Como despacho de abogados, estamos comprometidos con un cambio de paradigma: incorporar tecnología e inteligencia artificial no solo para optimizar nuestras operaciones, sino para entregar servicios legales más precisos, ágiles y estratégicos.
En este ejercicio de imaginar cómo luce un despacho moderno, me di cuenta de algo interesante: el trabajo de un equipo legal es notablemente similar al de un equipo de desarrollo de producto en una startup tecnológica.
¿Qué quiero decir con esto?
Así como los equipos de producto y tecnología diseñan servicios, flujos, funcionalidades y journeys de cliente, los abogados diseñamos marcos legales, contratos, argumentos y narrativas legales que guían y soportan las operaciones de una empresa. En ambos casos, el objetivo es el mismo: modelar la realidad a través de sistemas lógicos y funcionales.
Uno busca lanzar un producto competitivo; el otro, consolidar y dar certeza a las operaciones.
El código de un abogado no está escrito en Python o JavaScript, sino en cláusulas, resoluciones y documentos que representan escenarios posibles dentro de un marco regulatorio.
Estructuras de Pensamiento Paralelas
Las estructuras de pensamiento entre desarrolladores y abogados son sorprendentemente similares. El pensamiento legal, en su esencia, no es tan diferente del pensamiento computacional. Ambos parten de lógica estructurada: definir condiciones, anticipar escenarios, predecir resultados.
Un abogado escribe reglas internas o contratos de la misma manera que un ingeniero escribe funciones: con la intención de que el sistema responda correctamente a cada situación posible.
Nuestros outputs también tienen su equivalente técnico. A veces entregamos un contrato, una opinión o una comunicación formal; otras veces, presentamos una solicitud ante una autoridad. En todos los casos, lo que producimos es una respuesta estructurada dentro de un sistema de reglas y plazos—una conversación formal entre sistemas humanos.
La Pregunta Inevitable
De tantas similitudes, surgió una pregunta inevitable:
¿Por qué no tomar las herramientas de los desarrolladores y aplicarlas a la práctica legal?
De esa pregunta emerge SVA Development, nuestra división interna enfocada en crear herramientas tecnológicas que fusionan la práctica legal con IA y desarrollo de software.
Del Laboratorio a la Práctica
SVA Development nació como un laboratorio, pero se ha consolidado como una práctica. Durante más de un año, hemos estado construyendo, probando y refinando aplicaciones internas que integran lógica legal con desarrollo tecnológico, mejorando tanto nuestros flujos internos como la calidad del servicio que entregamos.
En SVA, estamos construyendo una nueva forma de practicar, pensar y aplicar el derecho.
Creemos que gracias a la tecnología disponible, hay formas más eficientes de cumplir con marcos legales y agregar más valor a la realidad empresarial.
Mantente atento para conocer nuestros próximos lanzamientos y descubrir cómo estamos transformando la práctica legal a través de la tecnología.